lunes, 14 de febrero de 2011

Todo comenzó con una manzana


Según el mito, todos los dioses del Olimpo fueron invitados a las bodas de Peleo  y Tetis (mortal y diosa, respectivamente), excepto Eris, la diosa de la discordia. Ésta, ofendida, ideó una treta para enfrentar a los dioses por los que se sentía afrentada. En medio del convite nupcial, arrojó una manzana de oro que llevaba grabada la inscripción ‘Para la más hermosa’. Inmediatamente, tres diosas se levantaron a recogerla: Hera, esposa de Zeus, Atenea y Afrodita. La discusión estalló y los dioses no se atrevieron a mediar en ella, por lo que Zeus envió a Hermes, su mensajero, en busca del hermoso Paris, para que un mortal fuera quien decidiera a quién correspondía la manzana. Paris, hijo de Príamo, el rey de Troya, no se atrevía a emitir un dictamen y las diosas intentaron sobornarlo. Afrodita le ofreció el amor de la mujer más bella de la tierra, y fue, al fin, la vencedora. Pero la poderosa cuidad de Troya habría de pagar muy cara la decisión del príncipe. Paris partió de viaje y fue, conforme a su rango, soberbiamente acogido en la corte de Menelao, y aquél aprovechó su estancia en Esparta para seducir a Helena, su bellísima esposa. Huyeron juntos a Troya y allí vivieron diez años, hasta que Menelao consiguió reunir a los reyes griegos que habían jurado levantarse contra quien intentara romper el matrimonio de Helena y Menelao. Y fue así como comenzó la guerra de Troya, que enfrentó durante diez años a griegos y troyanos, pero también a las divinidades del Olimpo.

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